Encuentro
Tu mirada y la mía se encontraron al fin
todo estaba planeado de antemano,
el lugar, la hora, la ropa y hasta el perfume,
nada librado al errático designio del azar
Pero estábamos allí, inmóviles, impávidos
tal vez cegados por una misma sensación,
quizás cautivos de un mismo pasado
Ávidos, ansiosos de deseo, enajenados…
La lógica parecía esfumarse entre el bullicio de la gente
Que sin advertir la quietud de nuestro cuadro
Transitaba sincrónica a su desmesurado apuro
Mi mente buscaba en vano las respuestas
En este plano donde el tiempo rige nuestros actos,
nada podrá explicar el por qué mi piel extraña tu piel,
mis ansias añoran tu entrega y mis labios aun saben a tus besos
Maldito tiempo, infame cómplice de esta torpe realidad
Que se empeña en separarnos con el débil argumento
De que esto todavía no aconteció, que no fue tu espalda
La que tantas noches cobijó mi pecho
cuando aún te siento estremecer entre mis brazos
Maldita certeza de los cuerdos que impertérritos sentencian
a ceñirnos a sus fácticas pruebas de medirnos por segundos
Bendita tempestad de anárquicos sentires
que me envuelven cada mañana en la cascada de tu pelo
y me retiene en ese reino sin relojes, donde todo transcurre
en lo que dura un beso respirando tu placer
allí donde no hay reglas, donde nada es para siempre y sin embargo
amarte es mi elección a cada instante…
De repente, ya estabas en mis brazos,
aquella peatonal paisaje ajena a nuestra historia
mientras la música, nuestra música nos cubría en un susurro
entre tu pecho y el mío una explosión de siluetas que a media luz
ondulantes, en un gozo simbiótico libando del éxtasis danzaban.
Éramos tu y yo inmersos en un mar de sensaciones
los de ayer, los de hoy, los mismos parias de siempre desterrados del tiempo.
Ya no importan las respuestas, en esta absurda paradoja
el amor que es tan esquivo quizá nos encuentre sin corazas
y en su estocada final nos atraviese enastando la esperanza
dejándonos exhaustos, sin culpas ni temores
tu sobre mi hombro y yo a orillas de tus ansias.
César Bustamante